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Playa Racou

Todo lo que debe saber sobre la playa de Racou en Argelès-sur-Mer

Un bonito rincón
Le Racou («el rincón» en catalán) tiene un ambiente muy especial, una sensación de estar al final del «pequeño mundo» de Argelès-sur-Mer. Aquí la vida es más suave y lenta, con los pies en la arena y la mirada en las montañas, uno se toma el tiempo de vivir.

 Las casitas de arena

No se puede hablar de Le Racou sin mencionar sus casitas en la arena, separadas entre sí por caminos verdes y coloridos. Inaccesible a los coches, es un paraíso para los niños, que pueden reunirse en grupos para jugar en los pasadizos de este pueblo de arena construido a su escala.
Los lugareños cuidan con esmero sus jardines, que lucen plantas verdes, farolillos titilantes y pequeños muebles de madera. Kayaks, barcas de pedales y otros «juguetes» náuticos esperan fuera de las casas a que sus dueños los lleven a pasear de cala en cala.

 Una playa de arena y roca

Si a esto añadimos que es en este mismo punto de Le Racou donde los Pirineos se encuentran con el mar Mediterráneo, es fácil entender por qué la playa de Le Racou ocupa un lugar especial en la clasificación de las playas más bonitas de Francia.
Entre la costa arenosa y la rocosa, la playa de Le Racou tiene algo para todos los gustos: tomar el sol en toalla, explorar las calas con aletas, máscara y tubo, practicar submarinismo, paddle boarding…

 Un punto de vista único

¿No quiere quedarse sentado en la toalla? Cálcese las zapatillas y tome el sendero costero desde Le Racou.
En lo alto de la subida (5 min) desde la punta del Racou, llegará a una mesa de orientación que le ofrecerá una magnífica vista de Argelès-sur-Mer (plage du Racou, port-Argelès, playa central y playa norte).

 La playa local

Es el «lugar» de los lugareños. Hacia las seis de la tarde, a menudo se produce un relevo entre los turistas que abandonan la playa y los lugareños que vienen a disfrutar del mar y el sol tras su jornada de trabajo.
Los argelinos, habitantes de la Vallée heureuse y del Vallespir, se reúnen con la familia y los amigos para desconectar. Tras un partido de vóley-playa y un chapuzón en el mar al atardecer, llega la hora del aperitivo y el picnic improvisado.

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