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Galdric Macabiau, floristería arraigada

Cuando las raíces familiares son tales que es difícil no responder a la llamada del pueblo de Argelès. Así es como Galdric Macabiau continúa la línea familiar de comerciantes que comenzó hace cinco o seis generaciones. Aquí comparte su visión de Argelès-sur-Mer, su ciudad natal.

Galdric Macabiau, floristería arraigada

¿Quién es usted, Galdric?

Soy de Argelès-sur-Mer y trabajo como florista en la tienda familiar «Art Floral» del pueblo. Nací en esta tienda, que primero regentó mi abuela y luego mi madre. Siempre he estado rodeada de floristas. En casa siempre hemos sido comerciantes, así que aunque estudié Derecho y Empresariales, y viajé mucho, las raíces familiares eran más fuertes y volví a Argelès.

¿Qué siente por Argelès?

Argelès es donde vivo, donde trabajo, de donde vengo. Lo que me gusta es la singularidad y los contrastes de la vida. Pasas de la calma a la tormenta, de un modo de vida apacible a una vida social. En invierno, Argelès sigue viviendo con una apacible vida de pueblo donde todo el mundo se conoce, sus mercados, sus playas vacías, el mar, sus potentes vientos marinos, su tramontana, y las Albères cuando quieres volver a concentrarte. Luego llega la actividad casi urbana del verano, que se espera con impaciencia por el buen tiempo. Y llega el verano indio, en septiembre, en el que tenemos un poco de las dos cosas: días de buen tiempo, cerca de la naturaleza y sin nadie alrededor. Con el paso de los años, me gusta esta mezcla y me adapto a estos contrastes, porque todo forma parte de Argelès.

¿Cuál es su lugar preferido?

Eso depende de tantas cosas: el tiempo, tus deseos… En otoño, la montaña por la tranquilidad, los paseos junto al mar… porque no hace demasiado calor,
porque no hace demasiado calor. En invierno, el corazón del pueblo es nuestra base, porque el pueblo está vivo todo el año. En primavera, las terrazas se llenan de vida y la gente quiere salir. Empezamos a esperar el buen tiempo y la vuelta de la actividad social.
Y en verano, se puede disfrutar de las terrazas de los cafés junto al mar por la noche y de las animadas calles peatonales del pueblo durante el día. Aquí tenemos la suerte de poder vivir al aire libre tan a menudo, según cambian las estaciones.

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